sábado, 25 de abril de 2015

El gran Gustav Schulze.


Reproducción de artículo firmado por Alfredo » Vie Nov 23, 2007 6:03 p. URL: http://www.viaclasica.com/foro/viewtopic.php?t=548

A raíz de la Linea Schulze, preparé una conferencia para las Internacionales de Mieres que a su vez tuve el gustazo de repetir, hace unos días. en la Semana de A Coruña. Gracias a Elisa, cuya amistad es impagable, en medio de la ponencia; justo a la altura del Llambrión cuento la vida del maestro, y el personal se queda alucinado. Lo hago con un sòporte fotográfico, en parte inédito que, insisto, mi amiga del alma, tuvo a bien facilitarme. Sabes que compartimos la opinión sobre Pidal. Está claro que Schulze es el primer alpinista y con mayúsculas, de la historia de nuestro montañismo.
En el libro, vienen recogidas las actividades que había realizado en Alpes con su grupo alpino y... ¡¡¡Te puedes caer de espaldas!!!

Venga, a disfrutar:





Foto de familia, Schulze con sus hermanos y su madre.



Foto de la Llambrialina, en su aproximación, al Maestro no se le escapó ni una. Hay que tener en cuenta que apenas tenía datos sobre la ascensión del "Atrevido", que ese era en realidad el apodo de Gregorio Pérez y nuestro amigo Pidal.



La mítica Cuarmada. Perdido por los desventíos del Cares, Schulze es recogido y confortado por el pastor Esteban Mier el 10 de septiembre de 1906.



Se establecería una profunda amistad entre los dos hombres. Esteban y vecinos de Bulnes. Podemos contar once niños.



El grupo alpino del Maestro. Contaba 18 años.



Foto hiperhistórica: el Marques , sus hermanos, Gregorio con otro "Cainejo" y detrás del objetivo, Schulze. Se aprecia el alpestock del alemán. El día anterior se había "encendido" Pidal - casi se mata- por el nevero de Cembaviella y había perdido el rifle. El Maestro se lo recuperó. Conociendo a Pidal, os podéis imaginar la película...




La fonda Velarde, cuartel general del Maestro.





Y ahora, sin palabras.


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El abuelo, con setenta tacos, en el jardín de su casa, en Méjico. Me contaba su nieto Peter, que cuando venía una visita que no era de su agrado, desde su despacho en el primer piso, se daba a la fuga destrepando :lol: 





Espero que os halla gustado....

Extracto de entrevista al maquis Victorio Vicuña

Artículo reproducido. URL: http://www.concejodecabrales.com/esp/articulos/maquis.html

Extracto de la entrevista de Miguel José Rodríguez Álvarez a Victorio Vicuña.

Pregunta.- ¿Qué instrucciones llevaba cuando volvió a España?
Respuesta.- (...) Mi misión era intentar organizar una guerrilla en las zonas montañosas de Euskadi y, si no era posible, replegarla a los Picos de Europa. (...)
P.- Sin embargo, el maquis tenía uno de sus santuarios a escasa distancia, en los montes de Santander y Asturias...
R.- Precisamente, como era imposible mantenerse en el País Vasco, mandé a los pocos guerrilleros que habían llegado a los Picos de Europa, donde la guerrilla estaba consolidada, para que se fogueasen. En los Picos había varios grupos : el de Inocencio Aja en la zona del río Besaya, el destacamento de Martín Santos en Reinosa y la "Agrupación de los Picos" que mandaba Francisco Roiz Machado. Los recién llegados se incorporaron al destacamento que actuaba en Santander, el Malumbres. El grupo eligió como jefe a Mateo Obra, uno de los nuevos venidos de Francia. En aquella época habría más de un centenar de guerrilleros en Asturias y Santander. Iban en grupos de cuatro o cinco, siempre en movimiento, reuniéndose una vez al mes en algún punto de apoyo.
P.- Usted fue testigo de algunos de los episodios más conocidos de esta guerrilla, como la muerte de Machado.
R.- Ingresé en la agrupación que mandaba Machado. Nuestro cuartel general estaba en Sotres, donde nos dejábamos ver a plena luz del día. Allí también teníamos una imprenta de rollo escondida en una de las cabañas donde se hace el queso de Cabrales. Parte de los guerrilleros eran de la zona, lo que suponía una gran ventaja. Pero se habían lanzado a la lucha para salvar su vida y no encajaban la disciplina militar. Juanín 1., por ejemplo, se había hecho una pequeña cabaña, sus vacas, sus caballos... Era el instinto del campesino de hacerse con un pequeño patrimonio. En su cueva guardaba los tricornios y correajes de los guardias civiles que había matado con un papel que ponía "guardia civil muerto día tal del tal". Audaz como él solo. Pero cuando hablabas con él para intentar convencerle de algo, te escuchaba, te daba la razón y seguía a lo suyo. Machado también era valiente como él solo. Recuerdo que decía que era valiente porque sabía que iban a matarle y lo mismo le daba hoy que mañana.
P.- ¿Y las acusaciones de falta de compasión?
R.- Le voy a contar un ejemplo. A poco de incorporarse al grupo perdimos a nuestro jefe. Llevábamos dos días en Sotres, después de una operación fallida para hacernos con la nómina de las "Minas de Reocín". El guardamontes, Eloy 2., un hombre casado y con cuatro hijos, nos había delatado. Sorprendieron a Machado preparando la comida y, aunque reaccionamos e hicimos varias bajas a los guardias, nuestro jefe quedó muerto. Uno del grupo, Santiago, dijo que esto era cosa del guardamontes ; en efecto, encontramos una carta del teniente del puesto de Arenas de San Pedro que decía : "No interesa que nos señale la presencia de los bandoleros, sino descubra el lugar concreto donde se reúnen. En su día obtendrá la recompensa que se merece". Lo que pasó no podía impedirlo y además ni lo intenté. La gente se estaba jugando la vida. La mujer se arrodillaba... Parece que la estoy viendo. ¡Aquella pobre mujer con cuatro niños pequeños, que no tenía ninguna culpa de cómo era su marido! Pero nosotros no podíamos dejar a aquel traidor a nuestras espaldas.
P.- ¿Encontraban apoyo entre los campesinos?
R.- En los picos teníamos pocos puntos de apoyo, media docena de casas de campo que cuidábamos como oro en paño, porque en ello nos iba la vida. íbamos de noche, cogíamos el pan y las medicinas y desaparecíamos. Pero la mayoría de los campesinos no quería saber nada. Otra cosa es lo que decía nuestra propaganda. Por ejemplo, entramos en un pueblito de montaña cerca de Llanes. Hicimos una hoguera con los muebles y cuadros del local de Falange y hablamos a una veintena de hombres, mujeres y niños. Pero, para Mundo Obrero, "cientos de campesinos confraternizaron con los guerrilleros". Vamos, como que nos recibían con banderas y banda de música.
P.- ¿Cuando y cómo dejó los Picos de Europa?
R.- En otoño del 46, Agustín Soroa me ordenó acudir a Madrid. Y aquí hay que aclarar que, en cuanto a la dirección del maquis, fracasamos totalmente. Los miembros del Alto Mando prácticamente no nos veíamos. Cada cual se replegaba en un círculo de personas de confianza y hacía su vida. (...) Bueno, creo que de los que he hablado casi todos acabaron fusilados : Cristino, Soroa, Vitini, Machado, Juanín, Saturnino López, Obra...

Rodríguez Álvarez, Miguel José, "Victorio Vicuña, maquis comunista : El PCE mandó liquidar a muchos de nosotros", Historia 16, 274, 1999, pp.76-83.

sábado, 11 de abril de 2015

Cuadarma: la mítica cabaña en los absimos del Cares

Artículo reproducido. URL: http://www.concejodecabrales.com/esp/articulos/elisa/elisa9.html

Cuarmada: una cabaña singular, un tesoro perdido.


Hermoso dibujo del arquitecto Efrén García Fernández mostrando el aspecto que tenía Cuarmada en 1960.
Tal vez algún senderista haya reparado en una amplia oquedad situada por debajo de la senda del Cares, en el punto en el que ésta cruza la canal de las Avareras. Su nombre, Cuarmada, sugiere que en ella debió existir algún tipo de armadura o construcción, y la empalizada que cierra el recinto, junto con los restos de un muro de piedra que facilitaba el acceso, evidencian que la cueva ha sido utilizada para guardar rebaños de cabras. La mayoría de los caminantes seguramente no le prestará ninguna atención, pero aquellos que recuerden lo que allí hubo no podrán evitar una mirada nostálgica y un sentimiento de pesar porque todo se haya perdido.
Durante siglos, en el abrigo rocoso de Cuarmada han hecho majada de invierno los habitantes de Bulnes, cuyos derechos sobre los pastos del fondo de la garganta del Cares llegan hasta el límite con León, en la canal de Cabrerizas. Antes de que existiese la senda actual, los caminos por los que se accedía al fondo de la garganta no eran en absoluto fáciles, pero los múltiples retazos de verdor que hay en aquellas profundidades debían compensar todos los problemas, ya que permitían sostener un buen rebaño durante los meses de invierno. Sin embargo, el pastor tendría que permanecer durante largos periodos cerca de su ganado, lo que exigiría contar con un refugio para él mismo. Por esta razón, en el interior de la cueva se construyó un cobertizo que, aunque inicialmente debió ser muy simple, con el tiempo fue adquiriendo una asombrosa complejidad.

Plano realizado por Efrén García Fernández, representando en planta las distintas dependencias del interior de Cuarmada.

Plano de la planta baja realizado por Efrén García Fernández.
Los montañeros veteranos seguramente recordarán la edificación de dos pisos que existió en Cuarmada hasta principios de la década de 1980 y que, según nos cuenta Guillermina Mier, de Bulnes, fue levantada hace unos 60 años por Manuel Mier, llamado el de Los Collaos por haber vivido junto a su familia en una de las casas que la Electra del Viesgo construyó en ese lugar. Años después, Manuel vendió Cuarmada a Rafael Martínez, el esposo de Guillermina, y éste fue el último pastor que hizo majada en la cueva. Guillermina y su hijo, José Manuel, hablan con admiración de la solidez y el ingenio que mostraba aquella hermosa construcción. Lamentablemente, a principios de la década los 80, unos excursionistas entraron en ella, hicieron fuego en su interior, y provocaron un incendio que la destruyó por completo. Guillermina aún recuerda la profunda pena de Rafael, quien lloró amargamente al conocer la noticia.
Para mostrar lo que llegó a ser Cuarmada, nada mejor que el estudio de la cabaña que realizó hacia 1960 el gran arquitecto y montañero Efrén García Fernández. A este trabajo pertenecen el plano en planta de la cueva y el dibujo en alzado que aparecen en estas páginas y que fueron publicados, junto con un breve texto descriptivo, en la Memoria de 1962 del Centro Cultural y Deportivo de Mieres. Gracias a este artículo, no sólo conocemos el aspecto que tenía Cuarmada hace medio siglo, sino múltiples detalles sobre su interior.
Copiamos de él algunos párrafos que prueban la complejidad de la construcción y la variedad de las labores que en ella se realizaban:
“La edificación consta de dos plantas; la baja, llamada sótano, fue ganada al vacío de la curva por medio de rollizos de haya (…). Se destina en su mayor parte para abrigo del ganado, separando los cabritos en departamentos independientes, y con el almacén de comida para el ganado debidamente independiente. El camastro familiar permite vigilar fácilmente la totalidad del ganado de esta planta. La planta alta, que comunica directamente con la anterior por medio de una pequeña escalera de madera, se dedica a aprisco en su parte construida. Todo el ganado de esta planta se vigila desde el camastro de los pastores ajenos a la familia, colocado debajo de una rústica empalizada de madera, dispuesta para sacar la hierba. El desnivel natural del suelo de la cueva se salva mediante muretes de mampostería que impiden, en cierto modo, el fácil acceso del ganado a los lugares principales de la cabaña. En su parte media, y aprovechando una concavidad especial de la cueva, se ha dispuesto la cocina, limitando el espacio por medio de una despensa, que está formada por muretes de mampostería y andanas de madera protegidas con cubierta de tabla. Sobre el hogar hay andanas de madera para ahumar los quesos y decantar la manteca y, a su alrededor, rústicos asientos de madera. El humo de la cocina sale por una chimenea natural de la roca, encuadrada por cascadas de caliza y estalagtitas, y el ajuar de la cocina se completa con un árbol de madera del que cuelgan diversos útiles. La parte más alta de la cueva se destina a leñera y gallinero”

Alzado realizado por Efrén García Fernández.
El artículo y los dibujos de Efrén García Fernández proporcionan un excelente retrato de lo que era Cuarmada a principios de la década de 1960. Pero tenemos otro testimonio más, y éste es de hace más de un siglo. El 9 de septiembre de 1906, Gustavo Schulze, un geólogo y alpinista alemán que recorría el desfiladero del Cares estudiando la geología de los Picos de Europa, encontró refugio y posada en aquel lugar. Estaba a punto de anochecer cuando el joven Schulze, que había salido aquella mañana de Arenas de Cabrales, se encontró perdido en las profundidades del desfiladero. La suerte hizo que un pastor de Bulnes, Esteban Mier, diese con él y lo llevase a lo que Schulze describió como un “campamento primitivo”, que no era otro que el abrigo de Cuarmada.
El geólogo recordó aquella experiencia en un artículo (Revista Peñalara, 1934) en el que contaba su escalada en solitario al Naranjo de Bulnes, hazaña llevada a cabo pocos días después de su paso por el Cares. En este artículo, Schulze expresa con cálidas palabras su gratitud a Esteban Mier. Pero hay que decir que ya, mucho antes, y lejos de España, durante una conferencia que Schulze pronunció en 1908 en Munich, había dejado constancia de su agradecimiento al pastor.
Fundiendo ambos textos, este es el relato de su estancia en Cuarmada:

Cuarmada en una fotografía tomada por Gustavo Schulze en 1906. Esteban Mier aparece a la entrada de la cabaña.
“Andaba yo completamente solo por aquel inmenso desfiladero, en uno de los puntos, entre altísimas paredes, en los que es más salvaje y más agreste, cuando me sorprendió la noche. No había allí ninguna oquedad que se prestara a servir de refugio, pero Esteban dio conmigo y me llevó a un lugar elevado, situado al abrigo de una pared de roca, en donde ardía su fogata. El tenía pan de maíz y cigarrillos y los compartió conmigo en aquella noche de verano, bajo un cielo plagado de estrellas, charlando alegremente de sus montañas, de despeñaderos imposibles, del oso y del lobo. Al recuerdo de este hombre dedico sentimientos de amistad, ya que a él van unidas preciadas y profundas sugerencias”.
El encuentro fue doblemente providencial para Schulze, ya que, gracias a la amistad iniciada en el Cares, el geólogo fue acogido semanas después en casa de Esteban, situada en el barrio del Castillo de Bulnes, y en ella se alojó en los días que precedieron y siguieron la conquista del Urriello. Hay que precisar que, según nos cuentan las personas mayores de Bulnes, el Esteban Mier que Schulze conoció no hacía majada en Cuarmada, sino que en invierno mantenía su rebaño en Ría. Por tanto, debió de ser el azar lo que hizo que en aquel atardecer de 1906 se encontrase en las proximidades del lugar en el que Schulze buscaba afanosamente un refugio para resguardarse durante la noche.
De la estancia de Schulze en Cuarmada, resultaría un prodigioso regalo para la posteridad: la extraordinaria fotografía de la entrada de la cueva, con Esteban Mier posando para el visitante, que se ha convertido en un testimonio con gran valor histórico y documental.
Esta imagen permaneció ignorada durante casi un siglo entre los papeles de Schulze en México hasta que, afortunadamente, en 2006, un siglo después de ser tomada, ha salido a la luz. El refugio de Cuarmada aparece en ella con un aspecto mucho más precario que el que tendría más adelante, después de que se levantasen las ingeniosas construcciones de Manuel Mier que dibujó Efrén García. Sin embargo, se advierte que en 1906 ya había recintos separados, y también que ya estaba construido el muro que sirve de calzada para acceder a la cueva, un muro idéntico al que se ve en el dibujo de los años 60.
La fotografía de Schulze y los dibujos de Efrén García Fernández son valiosos testimonios que ayudan a recordar lo que fue Cuarmada, un tesoro etnográfico que, desgraciadamente, y como tantas otras cosas, hemos perdido para siempre.

Villa Otero, Elisa, "Cuarmada: una cabaña singular, un tesoro perdido", Peña Santa, 6, Cangas de Onís, 2010.

domingo, 5 de abril de 2015

La línea Schulze de Alfredo Iñiguez (D.E.P)

Reproducción de un artículo del desaparecido Alfredo Iñiguez sobre la travesía Torre de Altaiz-Torre de la Palanca que él bautizo como línea Schulze. URL: http://www.viaclasica.com/foro/viewtopic.php?f=31&t=656

La Línea Schulze.


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Gustavo Schulze con su grupo alpino. Abajo, en el centro. Tenía 19 años.


Había prometido colgar el relato de la integral cuando fuera publicado por los entrañables Vetusteros.

En el siguiente montaje salen: Cabrones /Torrecerredo, Argaos/Sta.María/Torre de Enmedio. Pioneros(Madejuno/Minas de Carbón) y por último La L. Schulze (Altaiz/Palanca), de las fotos en blanco y negro es autor el propio maestro. 






“Juegos de nubes extraordinarios. Una niebla ondulante viene desde el mar; envuelve 
la Torre Bermeja y penetra por la canal de Asotín hasta la Vega de Liordes. Las paredes que hay frente a mí se encuentran sumidas en la oscuridad. Todo son sombras y luces… Hay un mar de nubes y Peña Vieja reina sobre los jirones que salen de este mar silencioso introduciéndose por barrancos y hoyos.” (Gustavo Schulze, de regreso a Lloroza tras el raid del Tiro Tirso. 19 de septiembre de 1906) 



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El año pasado, a la altura del Llambrión, giré al suroeste y continué el periplo de la cresta a través de la altura de Casiano del Prado, para rematar en Minas de Carbón, descender a las Colladinas, y, de ahí, a Jermoso. En aquella ocasión, había partido del Madejuno y bauticé al recorrido como La Integral de los Pioneros, en honor de todos aquellos adelantados de los Picos que habían explorado aquel sector del Central. Pero, aquella misma tarde, de regreso a Verónica, y fumándome un cigarrillo con Mariano en las escaleras del refugio, le comentaba que la línea, la verdadera Integral del magnífico cordal, debía partir de Altaiz y doblar en el Llambrión al norte, a morir a las planicies descarnadas de la cimera de La Palanca. Aquel atardecer, me prometí a mi mismo intentar, al menos, ese recorrido maravilloso por el conjunto de las cimas más elevadas de los Picos de Europa. 
Así fue que, a principios de agosto del año en curso, tenía preparados los trastos para plantarme en Lloroza y esperar el día adecuado. Día tras día, el mes fue desgranando jornadas de mal tiempo y yo demorando la partida, hasta que, definitivamente, el viernes 10, junto con un par de amables compañeros, Gaspar y Eduardo, que me habían solicitado para recorrer el Espolón de los Franceses, arrancamos para Fuente De. 
Surcamos la gran clásica en la mañana del sábado. Las primeras nubes de evolución comenzaron a hilarse a eso del mediodía, a un ritmo que presagiaba una fuerte tormenta a la tarde. Desgraciadamente, en la Corona del Raso, habría de cobrarse la vida de un compañero. Como el accidente -también mortal- del día siguiente en el Torrecerredo, las malas noticias corrieron por Picos como un reguero de pólvora. 
A media tarde, sobre las cinco, minutos antes de la descarga, nos despedimos con unas cervezas servidas impecablemente en la estación superior del teleférico por el incombustible Nacho. Gaspar y, especialmente, Eduardo, debían atender debidamente a la “matronal”. 

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Y comenzó la semana de pasión del que suscribe. 
Para realizar con garantías la Integral, debía contar con una jornada completa. No quería ni imaginarme que, quizá rebasado ya el Llambrión, una tormenta me obligara a plegar velas y descender de la cresta. Ni siquiera fue necesario ese cálculo: me había tocado “el agosto” y, a un día regular, le seguía otro peor. Tampoco quería levantar el sitio: te vas a Cabrones o a Urriellu a ver a los amigos, te quedas de tertulia a cenar y dormir, y amanece el día de la década. 
Bajo las anteriores premisas fue pasando, a duras penas, la semana más aburrida que uno recuerda en montaña. Ni los paseos, ni las ascensiones por la zona en busca de algún encuadre para la cámara

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.............acortaban las horas: cada jornada se estiraba hasta la extenuación. El martes, durante un par de horas, se desató un auténtico huracán y a punto estuve de retornar a la Villa de Jovellanos. Una joven y encantadora pareja catalana, Mari y Raúl, en su primera incursión piquista, aparecieron casi en el último instante por el vivaque e impidieron que huyera con el rabo entre las piernas. 

Atardecer "patagónico" 

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Para el jueves auguraban mejoría y… amaneció de perros. Garantizaron después buen tiempo para el sábado. Definitivamente, puse el reloj a las cinco de la mañana del viernes 17 y dejé preparada la mochila. 
Siempre me ocurre lo mismo: la noche antes de una actividad medianamente reseñable, duermo como un lirón. Para mí que es una defensa subconsciente, a ver si hay suerte y no me despierto. 
A las cinco, sonó el indeseable. Me puse a remolonear. ¡Qué bien se está en el saco! 
Y empezó a trabajar el Comeorejas. 
¿Que no sabéis quién es? Un troll, un Trasgu…Un sinvergüenza que te susurra al oído: “Alfredo quédate un poco más. Mira, ¡si aún es de noche!”. Y, cuando cree que te tiene a su merced, te espeta de manera sibilina: “Total, si seguro que te cambia el tiempo a media mañana y tienes que darte la vuelta. No seas tonto y asegura. ¡No veas que buena predicción dan para mañana!”. 
Ahí la pifió. Menudo bote pego, miro el reloj, y… ¡las seis y veinte! 
Y arrancó la máquina. En veinte minutos estoy vestido, desayunado y recuperado de la taquicardia provocada por el puñetero troll de los montañeros. Dejo recogido el vivaque y me permito el lujazo de fumarme un cigarrillo mirando a Altaiz. 
A las siete y cuarto enfilo definitivamente hacia la Canal de San Luís. Cracs, cracs… Pero ¿qué demonios…? ¡Estoy pisando pura escarcha! “Bueno, en la línea del mes”, me digo. 
Pintan oros, el amanecer perfecto y muy frio, el ritmo adecuado y la cabeza… 
La cabeza se va a pasear por su cuenta. 

Por encima de los Hoyos de Lloroza se alzan las voces de los carreteros, las yuntas de bueyes descienden arrastrando las sólidas carretas rebosantes de mineral y se cruzan en los apartaderos con las que remontan pesadamente al cargadero de Fuente Escondida. Los quejidos del teleférico, que descuelga las cunas oscilantes hasta el collado, desde las bocaminas encaramadas en la planicie a media pared de Altaiz, silencian las órdenes de los capataces. De cuando en vez, una blasfemia corta como un cuchillo el aire de la mañana. 

De pronto, y sin saber cómo, me veo en la canal de subida a la primera cumbre. Me doy cuenta porque aquello se empina y empiezo a bufar. O eso, o bajar el ritmo. Y bajo el ritmo. 

Tengo dos años, corre el siete de junio del año 64 y la cuadrilla de Udaondo (Goicoechea, Urones, Juan Villa y Rafa Fernández), están amarrándose con él a las cuerdas de pita, bajo la gran oquedad de la cara suroeste de Altaiz. Esta mañana, surcarán esa ruta por vez primera. Días después, el ocho de agosto, otros primeros espadas, los Palacio, Royo y Régil, remontarán el flanco noreste.
Cumbre de Altaiz. Tramos al Madejuno. 

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Los últimos cien metros de desnivel, los he subido por la cresta de la derecha de la canal; me divierte más trepar que subir por la pedrera. El sol de la mañana aún no calienta y la brisa enfría el sudor rápidamente. La espaldera de la mochila también se lleva lo suyo. Le tiro una foto al macuto y, antes de quedarme tieso, con viento fresco, me largo al vecino San Carlos. En él, no puedo evitar echarle una foto más a la Torre Salinas: se distingue el hermoso trazado de la Casiopea. ¡Qué bonita clásica y qué poco se hace ahora! Desciendo por la cresta oeste hasta dar vista al ojal gigantesco que adorna el corredor norte, magnífica actividad invernal.

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Un poco más abajo, me tiro por un pedrero a la izquierda del espolón. Voy pensando en los cabineros del teleférico, algunos, buenos amigos. Vaya curro, todo el día de pie(Les han prohibido sentarse) y hora tras hora, día tras día, mes tras mes y año tras año escuchando estoicos los mismos comentarios -cuando no sandeces- del “turisteo”. 
Y, claro, o estamos o no estamos. Piso mal, me resbalo, rectifico pero ya no me queda más que apoyar la palma izquierda en el canto mejor tallado de la pedrera. Me paso el resto del descenso hasta la Horcada Verde, chupándome la sangre como un vampiro y llamándome gilipollas. Eso sí, en las horas que se avecinaban, no volvería a perder la concentración ni un segundo: menuda bronca que le espetó Alfredo a Fredín. 
Desde la base del Hoyo Oscuro, se aprecia muy bien la subida por la arista este; aproximadamente a media altura, se distinguen dos corredores y seguí el de la derecha. A pesar del aspecto un tanto agreste, no supera en ningún caso el III grado y me resultó una trepada muy agradable y divertida. Todo lo contrario de la infame pedrera que conforma el descenso por la vertiente opuesta en busca de los Tiros de Casares. 
Desde la cumbre se ve elegantísimo el Madejuno y ¡uff!... Qué larga la cresta que tiene detrás. 

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La prueba, al menos para mí, de que Udaondo se ha hecho inmortal, es que no puedo sustraerme a la idea de verle aparecer en cualquier instante, por cualquier vericueto de sus Picos. Habíamos dejado a Pedro y a su banda de aguerridos en Altaiz aquel siete de Junio. Pues bien, en la misma jornada, se dirigieron al Madejuno y trazaron otra ruta por la pared norte. Uno de sus lugartenientes, Julio Villar, en compañía del excelente escalador Ángel Rosen, habían dibujado la Vía Original de la tapia, el otoño del año anterior, por el noreste.



Desde Casares, para coger la canal/chimenea que conduce a la cima del Madejuno, efectúo un flanqueo por la vertiente del Hoyo del Sedo. Un paso, algo expuesto, permite ganar el pequeño filo que conduce al inicio de la misma; ésta no ofrece dificultad reseñable (IIº+) y se encuentra equipada con dos instalaciones para rápel. Una vez en la cumbre, me coloco el arnés con el material que llevo: unos friends –cuatro, para ser exactos- unas cintas, algún cordino y el reverso. Y me pongo el casco, que ya iba siendo hora. Me zampo una barrita, no las soporto, pero como para haber llevado plátanos, con una semana madurando. Y me fumo un Drum trompetero. 

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Veinticinco minutos después, y ahora sí, meto la directa y salgo a escape por la cresta a buscar el primer rápel. Mientras desciendo por él, observo de reojo a alguien a la puerta de “Cabaña” y me acuerdo de Mariano, que se está partiendo la cara en Santander contra un cáncer. Ojalá le tumbes, amigo. Los Picos no son lo mismo sin ti. 

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Recojo la cuerda y voy en busca del gendarme rojo, me espatarro del todo en la chimenea para que no se me atasque la mochila, pero no se qué me ocurre en ese paso que siempre salgo resoplando. El otro y siguiente teórico rápel, lo destrepo y continúo al Tiro Llago. Para ganar la cumbre oriental utilizo un espolón, verticalillo, pero precioso y con muy buenas presas; desde Verónica es muy plástico ver ascender a alguien por él. Destrepo a la brecha que separa las dos cumbres del Tiro y es la salida del Corredor -con las nieves, otra bella invernal- 

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Y por las placas que dan vista al Hoyo los Llagos, me elevo a la cumbre principal. Apenas diez minutos me lleva el descenso de esta torre, que conozco de memoria, cruzo la brecha Schulze y en seguida enfilo a coger la cresta de la Torre Blanca. 

El Tiro Llago fue ascendido por vez primera una jornada de septiembre de 1891, por Paul Labrouche, Bernardo García, Francois Salles y Saint Saud, cuando pretendían coronar el Llambrión. Confundidos entre la encaimada, alcanzaron esta magnífica cumbre; no hay mal que por bien no venga, por lo menos, para estos incombustibles caballeros. 
Rafa Fernández y Pedro surcaron la Arista Este el veintitrés de septiembre de 1963 en algo menos de tres horas. Bastantes años después, en el 2002, con un amigo francés, Sthepan Laurent, abrimos una tarde ”La de Fransuá”, una ruta limpia -solo con empotradores- a la derecha del trazado del Maestro. 
La brecha para ganar el Hoyo de los Llagos vio pasar a la locomotora Schulze, de vuelta del Tiro Tirso, hará el diez y nueve de septiembre ciento y un años. 


La arista que conduce a la Torre Blanca apenas tiene algún paso aislado de IIIº; durante esta subida me voy planteando seriamente aguantar el tirón hasta el Llambrión. Efectivamente, me detengo sólo el instante de hacer un par de fotos, y continúo a la Torre sin Nombre, que gano por el filo oriental (pasos de IVº- tremendamente aéreos). De nuevo se impone un rápel de casi treinta metros y toca negociar el Tiro Tirso. 

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En el flanqueo de IVº, tras el rápel, me encuentro una cinta que abandoné el año pasado en un clavo que tiene la cabeza retorcida; seguro que le vino bien al personal. 

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Otro pequeño resalte, de nuevo por la vertiente del Jou Tras Llambrión, con un buen patio entre los pies y a rendir pleitesía a Don Gustavo. 
La primera ascensión a la Torre sin Nombre se atribuye en 1950 a Jordi Papió y Agustín Faus. Esta montaña, magnifico regalo de la geología y una de las Torres menos ascendidas de los Picos de Europa, se ha propuesto que comparta su nombre tradicional con el de Gustavo Schulze. Nuestro Saussure, nuestro Whimper, se merece sobradamente este homenaje.


Foto del Maestro
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La primera al Tiro Tirso la efectuó Schulze en uno de sus “raids” más elegantes y completos. De esta ascensión, por la muralla Sur, contamos con el relato que dejó en su diario y en el boletín de su grupo alpino, lo que nos permite deducir el trazado por la pared. Dicho esto, la dificultad de la ruta está por investigar, puesto que, hasta el momento, por increíble que parezca, no contamos con alguna repetición contrastada y fiable. Personalmente, me atrevo a inferir del análisis de sus propias palabras que, si en su ascensión al Picu empleó dos horas y media y en el Tirso dos horas, a lo que podemos añadir una descripción un tanto tétrica para los pasos de las chimeneas en este último, donde emplea, entre otros, los adjetivos “difícil”, “peligroso” y “escalofriante”, me temo, a falta de una próxima exploración de la ruta, que debe de estar sazonada de bonitos pasos, seguramente, bordeando el quinto grado. Por otra parte, asomando la nariz desde la cumbre a la Sur por las salidas de las chimeneas, el olfato confirma la anterior apreciación. Y, como no tenía suficiente, realizó el Pionero otra primera al destrepar la arista Oeste. Después subió al Llambrión y, de retorno, buscó el paso -anteriormente citado- por el Tiro Llago que le obligó a descender aquellos desventíos al Hoyo los Llagos, en los que, en algún punto por determinar, usó la cuerda. 

Vista del Tiro Tirso,La Torre sin Nombre o Torre Schulze y la Torre Blanca desde la Cresta a Minas de Carbón. 

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desde el jou Trasllambrión.

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Como decía hace un instante, tras asomar el apéndice nasal a las chimeneas, seguí los pasos del Maestro por la Arista Oeste y, situado en la base del Tiro Tirso, bordeé el contrafuerte Este del Llambrión por la derecha (unos treinta metros) y, a través de unas fisuras (IIIº + / IVº), alcancé la cresta (IIº) que nos conduce a la cumbre del mismo. Gracias al registro de la cámara digital, pude comprobar que de la cima del Madejuno al Llambrión había empleado poco más de tres horas; y del vivaque de Lloroza al mismo punto, siete horas quince minutos. La temperatura en la segunda torre de los Picos era más bien desagradable. Así y todo, di buena cuenta de un compañero de Integral: un carbayón (no era un “De Blas”, era más bien de clase media). El cielo se estaba nublando, pero laminar, y, en altura, nada de “fuegos artificiales”. Contando con los veinticinco minutos largos de asueto, me iría en busca de la Palanca sobre las tres de la tarde, no sin antes contaminar un poco el aire. 

En el año 1856, Joaquin Boquerin y Casiano del Prado alcanzaban la cumbre del Llambrión, bajo la premisa de que lo hacían en la cumbre más elevada de los Picos; previsores, desplegaron su material topográfico y hubieron de conformarse con el segundo lugar en el podium. El primer recorrido del Madejuno al Llambrión fue efectuado por Pedro Udaondo (como no podía ser menos), Jesús Rodríguez, Ángel Llorente y Arturo Fernández, en 1955. 
Posteriormente, durante un campamento de la FEM, celebrado en Áliva en el año 1964, Félix Méndez, Antonio Guerra, Alberto Besga, Javier Burgoa, Ángel Landa y Luís Alejos lo realizaron en siete horas y cuarenta minutos, catalogándolo de IVº Superior. 

Partí del Llambrión por la ruta de la crestería, que siempre me ha parecido más segura que el clásico flanqueo por la vertiente de Jermoso, en el que no pocos montañeros vuelven sobre sus pasos. Pocos minutos después, unos chavales que en aquel instante remontaban el Tiro Callejo, las únicas personas que tuve a tiro en la jornada, dieron la vuelta en el paso, y me dio bastante pena; aunque, por otra parte, tan importante como subir -o quizá más- es saber cuando retirarse. O, mejor dicho: uno sabe subir cuando aprende a retirarse. 
Desde el Tiro Callejo se asciende cómodamente a la Torre de Las Llastrias, un tramo francamente agradable y con cierta y particular belleza. Una vez superado el sector Llastrias/ Llambrión, vuelve la Integral a doblar al Oeste, comenzando, en los últimos quince metros, un descenso bastante pronunciado que lleva a alcanzar la característica horcada rojiza que asciende del Hoyo del Llambrión, utilizada en ocasiones como variante al Tiro Callejo. Este sector resulta un tanto delicado por lo empinado y por el estado de la roca. 

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Ganado este punto, se afila de nuevo la cresta y crece la exposición a la vez que la plástica; los pasos, bastante aéreos, se dejan hacer y nos conducen definitivamente a los contrafuertes de la crestería Oriental de la Palanca.

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El primero de ellos, se supera con algún paso algo difícil. El segundo, y definitivo, lo flanqueé por la vertiente Sur, en un pasaje en travesía ascendente, delicado y expuesto, de unos veinte metros, que se abre sobre la canal que desciende al fondo del Hoyo del Llambrión, y que, a la postre, fue el único lugar dónde usé la cuerda -salvando los dos rápeles- a pesar de que mi amigo, el Comeorejas, insistía en que me lo daba bien sin asegurar. 

El pasaje "de marras" 
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Superado el resalte y en apenas cinco minutos, nueve horas y un cuarto después de haber partido de los Hoyos de Lloroza -eran las cuatro y media de la tarde- di con mis huesos en el balcón excepcional de la Palanca. 

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Se da la circunstancia anecdótica que desde este punto y usando ligeramente la visión periférica, uno alcanza a ver a los tres "Grandes": El Picu, El Torre... y La Reina. 

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La regla general tras cumplir un objetivo es quedarse en blanco; como si a uno se le vaciara el alma. Sin embargo, en esta ocasión, no pude por menos que emocionarme por el regalo impagable que acababa de recibir. Había efectuado el recorrido solo, y no me refiero al aspecto meramente técnico, sino a la práctica y completa soledad que hoy en día es difícil de percibir en los Picos de Europa. 
Me dio la impresión -que aún conservo a la hora de redactar estas líneas- que el homenaje que pretendía ofrecer al Maestro de solitarios me fuese devuelto, íntegro, en esta mágica e inolvidable jornada. 

El Jou Grande. Belleza con mayusculas. 
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Aún descendí a Jermoso; allí, el guarda más sacrificado de los tres macizos, tuvo a bien invitarme a unas cañas de barril, gloria pura. Ya de atardecer, cogí la senda de Las Colladinas y dirigí mis pasos por todo el sur de la Integral mientras el sol se deslizaba en un silencio, casi místico, por detrás de la reina Peña Santa. 

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El ocaso me cogió rebasada la Colladina de las Nieves, ya en San Luís… 

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Las linternas de petróleo iluminan tal que luciérnagas temblorosas los caminos de la mina. Los últimos bravos mineros descienden al campamento en animada charla. En él, alrededor de un fuego sencillo y noble, como ellos, un visitante de extraño acento, toma notas a lápiz sobre un cuaderno. Sobre la gran muralla ancestral de Peña Olvidada, Casiopea va prendiendo a sus estrellas. 

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PD. Este artículo me fue solicitado por Elisa Villa para la revista del decano y entrañable G. M. Vetusta. Aprovecho la ocasión, para públicamente, enviarle a ella y a sus compañeros de redacción del magnífico libro "Gustavo Schulze en Los Picos de Europa" mi más sentido agradecimiento por los cientos de horas empleadas en la confección de esa extraordinaria obra, que ha recuperado para siempre y de la manera más brillante al gran pionero, el maestro Schulze. 
Me consta que Elisa, ni siquiera cobra derechos de autor, lo que engrandece ,si cabe, aún más su trabajo, hecho sin duda desde el amor y la pasión por nuestras montañas. En el cito tambien a Adolfo...Por lo menos estabas ahí y eso no nos lo quita nadie... Quizás el romanticismo no esté de moda, pero sin el reconocimiento y el estudio de nuestros predecesores, ni siquiera la ética que a veces reclamamos para nuestro deporte, tendría una base sólida y probablemente, una razón fundamentada de ser. 


Un abrazo para Elisa y un saludo a todos.



...........................................Fredo.Alfredo
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sábado, 4 de abril de 2015

Proyecto Jous de Picos de Europa. No vivaquees en el fondo de un Jou.


Artículo reporducido. URL: http://www.picosdeeuropa.es/proyecto-jous-de-picos-de-europa/

El Proyecto Jous de Picos de Europa es una aventura de un grupo de aficionados con dos pasiones en común: la Montaña y la Meteorología.


Visita a una de las estaciones de los Jous de Picos de Europa
Visita a una de las estaciones de los Jous de Picos de Europa


La idea del proyecto Jous de Picos de Europa surge allá por el año 2011 y se origina a partir de unas primeras mediciones que se realizaron en el Jou Santu el invierno anterior en busca de los llamados “Polos del Frío” españoles. “En España hay un buen número de aficionados a la meteorología, que nos gustaba buscar aquellos puntos de la geografía española en donde se alcanzaran las temperaturas más frías de la península” nos cuenta Miguel Iglesias, uno de los responsables del proyecto.
Hasta el año 2010, dominaba la zona del Ibérico, meseta sur, y zonas de Pirineos. Estas temperaturas suelen alcanzarse por fenómenos de inversión térmica, que es un fenómeno atmosférico que se da en días despejados, por el cual la superficie del suelo pierde más rápidamente energía en forma de radiación infrarroja que el aire colindante. Esa pérdida de energía hace que se enfríe desmesuradamente el aire en contacto con el suelo, y por ser más denso vaya poco a poco hacia las zonas más deprimidas de un valle o de una dolina.
Por eso en días despejados, hace mucho más frío en los valles que en las lomas o picos. “Cuando buscábamos zonas propensas a temperaturas extremas siempre lo hacíamos en zonas de valle a altitudes altas, por este fenómeno de inversión térmica. El problema es que en los valles, el aire frío funciona como si fuera agua, cuando hay inversiones térmicas, este frío se va valle abajo y se pierde. Con el tiempo nos dimos cuenta de que los mejores sitios por tanto eran depresiones del terreno cerradas sin salida, en donde se produjeran inversiones térmicas, y el frío no se escapara valle abajo. Así se empezó a sondear diferentes dolinas en la zona del Ibérico con datos de -26-28ºC en algunos inviernos. Este colega se dio cuenta de que los Jous, por estructura y altitud podían ser sitios muy buenos, y puso un sensor allí en el 2010 por su cuenta. Ese primer año 2010 se midieron -26,8ºC en el Jou Santu bajo, pero la mayor parte del invierno quedó sepultado por un alud.”

Miembros del Proyecto Jous bajando al Jou Sin Tierri
Miembros del Proyecto Jous bajando al Jou Sin Tierri


Aparatos que miden temperaturas extremas.
La instalación de cada emplazamiento está muy condicionada por el lugar. En todas las instalaciones se coloca un sensor de temperatura de tipo microlite que puede medir hasta -40ºC y que está debidamente homologado, protegido por una garita meteorológica de protección radiactiva tipo Davis 7714 también homologada, con lo que los datos obtenidos son totalmente fiables. “Este último año también tenemos datos de humedad y de radiación solar gracias a sensores microlite de T y RH y sensores HOBO de radiación directa”.
Esta garita con el sensor dentro, se ancla a tierra con una tubo metálico de unos 2m de altitud, armada con una barra de hierro al suelo. “Normalmente buscamos grietas en rocas para fijarlo todo aún más y luego se ponen vientos clavados a la roca o al suelo para fijar aun mas la instalación. A pesar de ello en algunas ocasiones nos doblan las instalaciones el viento o nos rompen los cables de acero.. Las condiciones allí arriba cuando tenemos una ciclogénesis pueden ser totalmente extremas. También tenemos alguna instalación que aprovecha infraestructura del parque, como puede ser la de Liordes que está anclada a una valla de protección del Parque Nacional.”

Estación meteorológica en el Jou sin Tierri
Estación meteorológica robada en el Jou sin Tierri


El récord está Hoyos Sengros.
La temperatura mínima absoluta desde que se comenzaron las mediciones en los Jous de Picos de Europa 10 de Diciembre del 2013 fue de -30,6ºC en Hoyos Sengros. “Esperamos que en breve, si no es este año es el que viene, batamos el récord de temperatura mínima en la península ibérica, que data de 1956 en el lago Estani Gento con -32,5ºC. Hay que tener en cuenta que en temas de mínimas y fenómenos de inversión térmica, desde el año 2007 no tenemos un invierno bueno, y a pesar de ello ya nos quedamos a apenas 2ºC del récord. A nada que vengan buenas condiciones, este dato quedará obsoleto.”
Este año están siendo sondeados varios emplazamientos: Hoyos Sengros, Jou Negru, Jou del Infanzón, Vega de Liordes, Jou Santu y Vega de Comeya. “Hemos tenidos que cambiar lamentablemente el Jou Sin Tierre a pesar de ser uno de los de mayor potencial por culpa del robo del sensor el año pasado, perdiendo no solo el sensor que cuesta casi 100 euros, sino peor aún, una serie de datos recogido en casi 4 meses con una importancia tremenda.”
Lo peor de esto no es el valor económico del sensor, que pagan de sus bolsillos, sino las muchas horas de trabajo dedicadas y las preciosas series de datos que tienen almacenadas y que se pierden para siempre. El proyecto en su conjunto se mantiene con las aportaciones de los miembros, cada uno en la medida de sus posibilidades, sin fuentes de financiación externas. En un proyecto de éstas características, el principal coste lo constituye el esfuerzo personal para acceder a los jous y realizar los mantenimientos a menudo en circunstancias comprometidas.
El proyecto Jous de Picos de Europa tiene el permiso oficial del Parque Nacional con el compromiso de que esos datos sean puestos a disposición del público en un plazo de tiempo razonable. Hasta la fecha, los datos del proyecto han permitido la defensa del Trabajo de Fin de Máster de Miguel Iglesias en la Universidad Complutense de Madrid, y serán publicados en revistas científicas especializadas.


gráfico de temperaturas mínimas en Jous de Picos de Europa y Ubiña
Registros de temperatura en Hoyos Sengros, Cabaña Verónica (estación del PNPE), Jou Santu y Jou de Socellares (Cordillera Cantábrica, zona de Ubiña), durante el período de inversión entre el 3 y el 11 de Diciembre de 2013.


Aplicaciones.
Aparte de alcanzar la temperatura mínima absoluta de España de la historia meteorológica está la de las ‘cold air pools’, o piscinas de aire frío. “En estos Jous se dan estos fenómenos de manera cuasi perfecta y son datos muy importantes a estudiar ya que existen poblaciones, como pueden ser por ejemplo Salt Lake city en Utah que tienen grandes problemas, pues al darse estos fenómenos, la dispersión de contaminantes es nula, y se queda todo acumulado en la superficie.
Debido a la formación de piscinas de aire frío, el interior de los jous presenta una climatología muy diferenciada de las laderas expuestas de las montañas y muy similar a la de zonas árticas de latitudes altas. Por esto, los jous pueden representar refugios o islas para plantas y animales que requieren climas más fríos que los que prevalecen en las laderas expuestas de las montañas. Así, los jous podrían albergar floras relictas de períodos más fríos, contribuyendo de manera significativa a la diversidad biológica del P.N. de Picos de Europa. Estudiar y caracterizar el clima de los jous puede ayudar a entender cómo se mantienen éstas comunidades vegetales y animales, y sus perspectivas futuras en un contexto de cambio climático.

Atardecer en el Jou Santo
Atardecer en el Jou Santo


Prohibido vivaquear en los jous.
En el récord de -30,6ºC recogido en Hoyos Sengros el 10 de Diciembre del 2013, a escasos 200 m de allí, en la estación de Cabaña Verónica, se medían en esos mismos instantes 5ºC lo que supone un gradiente de temperatura de 35ºC en apenas 200 m.
NUNCA se le ocurra a nadie vivaquear en ningún Jou de Picos, nunca, tampoco en las bocanas de salida del aire frío, es decir, aquellos puntos de la ladera de los Jous más bajos, porque es por ahí por donde desalojará el frío cuando se llene. Vivaquear siempre en laderas fuera del Jou porque por la noche se bajan a temperaturas cercanas a los 0ºC o incluso menores incluso en Agosto.”
Una de las dolinas de este tipo más analizada en America es la Peter Sinkhole, cuyo nombre se debe a un excursionista que debido a una ventisca acampó con su tienda en otoño en el fondo de la dolina que estaba más resguardado de los vientos. Con lo que no contaba es que durante la noche el tiempo mejoró, los cielos se despejaron, y comenzó a funcionar la piscina de aire frío, con lo que el hombre murió congelado en la propia tienda mientras dormía. Se llegó a bajar hasta los -55ºC

** Además de Miguel Iglesias González, en el proyecto participan Hector García Hevia, Javier y Sergio Pajares Rojo, Adrián Rodríguez Martín, José Luis Acuña Fernández y numerosos colaboradores que aportan apoyo logístico y científico.